El último acorde del Agnus Dei quedó suspendido en la pequeña iglesia hasta disolverse en el silencio. El continuo murmullo del público volvió, poco a poco, a resonar. Samuel tenía un inmenso dolor de cabeza. Aquella tarde habría preferido no ir a cantar, pero lo hizo en uno de sus ataques de responsabilidad.

Durante toda la ceremonia se había estado fijando en un chico que en la segunda hilera de bancos prestaba toda la atención a lo que decía el párroco y que cada vez que la coral cantaba una de las partes de la misa, se volvía hacia ella con una mirada de éxtasis. Samuel incluso se atrevería a decir que en algunos momentos la vista de aquel chico se había quedado fija en él.

Cuando el sacerdote despidió a los feligreses, todos los miembros de la coral se bajaron ordenadamente de la tarima y al poco se dispersaron en una conversación trivial. Samuel se alejó hacia la puerta. Sólo tenía ganas de volver a casa. No se encontraba muy bien.

En el pórtico se encontró con aquel chico, que lo miraba fijamente. Él le devolvió la mirada intrigado y se volvió para bajar las escalinatas.

-Me parece precioso lo que hacéis. Es una maravilla. –Le dijo el chico de ojos brillantes y vestido un poco a la antigua, aunque tremendamente pulcro.

Samuel se sorprendió de aquel comentario. Casi no sabía qué decir.

-Muchas gracias…

-Disculpa. –Le cortó el chico. –Te he hablado como si te conociera, pero es que necesitaba decirlo. Me ha gustado muchísimo. Soy Carlos y estoy hecho un maleducado. – Sonrió.

-Encantado Carlos. Yo soy Samuel. Me alegro que te haya gustado tanto. No creas que es fácil preparar tantos temas. –Volvió a mirar a Carlos y notó un brillo especial en sus ojos. Le sorprendía gratamente aquel acercamiento repentino.

-Ya imagino que tiene que ser muy complicado. Suena hermosísimo. Si yo tuviera oído me apuntaría a la coral.

-Hazlo. –Respondió Samuel. –Siempre andamos escasos de gente y no te creas, hay veces que alguien sorprende porque no sabía que tenía oído. Es sólo cuestión de probar.

Carlos rió. Su sonrisa era perfecta y limpia. Sus rasgos delataban a una buena persona; a alguien sencillo y natural.

-Me echarían tal y como abriera la boca .-Dijo. –Mejor me quedo de espectador. Ya sabes, tiene que haber de todo.

Samuel no pudo evitar otra sonrisa y a pesar del dolor de cabeza se atrevió a apostar por algo que no sabía por dónde podría salir.

-¿Quieres un refresco? –Le preguntó. –Me muero de sed y mira, estoy solo…

Carlos quedó estupefacto. Jamás habría creído que un chico como Samuel, de unos 25 años, moreno y de rasgos perfectos, podría invitarlo así como así. Tampoco tenía costumbre de salir ni de relacionarse con otra gente que no fuera la de la universidad o la comunidad.

-Bien… claro, ¿cómo no? –Contestó algo avergonzado. –Así me cuentas más sobre las cosas que hacéis.

Ambos se encaminaron a una pequeña pero coqueta cafetería al otro extremo de la plaza.

Lo que había empezado por una conversación cordial se convirtió en una alegre charla acerca de todo. Samuel descubrió que Carlos pertenecía a un grupo de reunión de la iglesia. Lo llamaba la comunidad, aunque no daba más detalles sobre aquello que llevaba con un cierto orgullo. Carlos no paraba de reír con los chascarrillos de aquel otro chico que le parecía fascinante y de mucha vida. No se parecía a sus compañeros, siempre tan recatados y serios. Incluso llegó a sorprenderse de que Samuel le confesara que era gay. No lo parecía en absoluto y además le resultaba muy arriesgado comentar ese tipo de cosas tan mal vistas en el ambiente en el que se solía mover. Ante eso no tuvo más remedio que tragarse algún sermón aprendido y tratar de seguir como si nada. La conversación duró casi dos horas. El dolor de cabeza de Samuel había desaparecido.

-Mírame. –Dijo Samuel riendo. –En medio de una cafetería en plena tarde y vestido con este absurdo traje aún.

Carlos rió también. Le parecía divertido todo aquello.

-Es cierto. Pero te sienta muy bien. –Al segundo de decir aquello, Carlos se arrepintió. –Quiero decir que es muy elegante. –Continuó casi titubeando.

-¡Anda ya! No seas melón. ¡Es horrible! Parece de mi abuelo.

Carlos volvió a reír. Nunca se había sentido tan cómodo y tan feliz con alguien. Samuel cambió de repente la mirada y lanzó el órdago.

-¿Te importa si voy a casa a cambiarme y quedamos para más tarde?

-Tengo reunión dentro de dos horas y no sé hasta cuándo durará. –Los ojos de Carlos se tornaron tristes.

-Bueno… pues otro día, no pasa nada. –Dijo Samuel quitándole importancia. Tampoco quería influir en lo que hicieran los demás ni iba a ir rogando a nadie.

-Supongo que si falto un día no pasará nada, ¿no? –Preguntó tímidamente Carlos a la espera del beneplácito de su amigo.

-No sé. –Respondió Samuel. –Eso es cosa tuya. Tú sabrás. No quiero ponerte en un compromiso, ya sabes.

-No es ningún compromiso. Nunca falto. No va a pasar nada por no ir un día. Nos vemos luego si de verdad te apetece. –Resolvió decididamente Carlos.

-Perfecto. Quedamos aquí mismo en una hora y media, ¿de acuerdo? Vendré vestido para la ocasión. –Samuel volvía a sonreír.

-De acuerdo. –Respondió Carlos preguntándose que ocasión era aquella y con la duda de cómo tendría que ir vestido él.

Se despidieron y cada uno se marchó por un lado de la plaza. Carlos no vivía muy lejos, pero Samuel tenía que conducir hasta la casa de sus padres donde vivía.

A la hora en punto, Carlos esperaba impaciente en el mismo lugar. Vio aparecer a Samuel por una de las esquinas y se sorprendió de lo distinto que resultaba vestido con ropa de calle. Sus tejanos ajustados y con algunos rotos y su camiseta azul lo hacían parecer más alto y más musculoso de lo que le había dado la impresión sólo hacía un rato. Llegó a la conclusión de que cualquier cosa le sentaba bien.

-Hola Carlos. –Sonrió Samuel. –Ya estoy un poco más cómodo.

-Sí, ya veo. Te sienta muy bien.

-¿Te gusta? –Preguntó descaradamente Samuel.

-Eh… bueno… quiero decir que la ropa es moderna y bonita. –Respondió Carlos con un leve tartamudeo.

-Oye, no quiero ser indiscreto ni nos conocemos desde tanto tiempo, pero me pregunto si tú también entiendes.

-¿Qué? –Carlos estaba perplejo. No comprendía nada.

-Que si entiendes. –Volvió a repetir Samuel con una mirada pícara.

-No sé de qué tengo que entender. Entiendo de algunas cosas… ¿qué quieres decir con eso? –Preguntó inocentemente Carlos.

-A ver… te cambio la pregunta… ¿Eres gay? –Samuel se sentía un poco incómodo por haber soltado aquello, pero ya era demasiado tarde y no quería dar lugar a malos entendidos.

-Samuel, eso no está bien, ya lo sabes. –Respondió evasivamente Carlos. Su mirada contenía un toque de culpa.

Samuel lo miró de hito en hito y habló.

-No te he preguntado si está bien o no. Tampoco te lo he planteado como una cuestión moral. Sólo quería saber si eres como yo, nada más, pero tampoco quiero que te sientas violento. Supongo que si estás conmigo es que no está tan mal, ¿no? Al fin y al cabo tú sabes perfectamente que yo sí entiendo y aun así has aceptado en quedar conmigo. –Samuel trataba de hablar con calma, aunque se sentía un poco disgustado con la situación. –No me contestes si no quieres.

-Samuel, no te lo tomes a mal. Si lo que me preguntas es si tengo novia, la respuesta es no, pero yo no podría estar con un chico. Eso es algo que estaría muy mal. –Se explicó Carlos rodeando el tema de nuevo.

-Bueno, no te preocupes. –Resolvió Samuel. -Haz como si no hubiera preguntado nada. Venga, ¿dónde vamos estos dos chicos? –Forzó una sonrisa aún incómodo por la situación.

Carlos se sintió aliviado; tanto que incluso eligió el lugar adonde irían.

-Bueno, está un poco lejos, pero no hay prisas… supongo. –Se atrevió a añadir.

-No importa. –Dijo Samuel. –Vamos en coche. Venga.

Anduvieron tomando unas copas y luego se desplazaron a un bonito restaurante a la orilla del mar. Apenas había gente. El ambiente entre ellos volvía a ser distendido y divertido. No paraban de reír y de contarse cosas. Ambos se sentían tremendamente bien.

-Samuel, tengo que irme ya a casa o se preguntarán dónde estoy. No he dicho nada y es muy tarde. –La tristeza se reflejaba en los ojos de Carlos al decir algo que no deseaba.

-Entiendo. –Musitó Samuel. –Pagamos y te llevo de vuelta, pero espero que sigamos quedando, ¿eh? –Le guiñó el ojo.

Carlos sonrió y el rubor subió a sus mejillas.

-Pues claro que sí. Mañana mismo si quieres.

-¡Hecho! –Samuel le dio la mano en un inesperado gesto de trato y sintió el calor que irradiaba. Le costó trabajo soltarla.

Una vez ajustadas las cuentas, salieron del restaurante y se encaminaron al coche. Samuel arrancó el motor y ambos partieron hacia la ciudad de nuevo. En el corto camino, el conductor señaló hacia el mar en el que brillaba la luna.

-Es una noche preciosa. Mira cómo se refleja la luna en el agua y mira cuántas estrellas.

Carlos apartó la mirada del rostro de Samuel y observó lo que le indicaba.

-Sí… es todo divino. Un milagro de la creación.

-¿Quieres que paremos un momento? –Preguntó Samuel.

-Sí, claro. –Le respondió su amigo. –Hay cosas que no hay que dejar escapar.

-Tú lo has dicho. –Sonrió pícaramente Samuel.

El coche quedó aparcado al lado de la arena de la playa, pero ninguno de los dos se bajó. Ambos quedaron en silencio mirando el mar. Carlos volvió la cara hacia Samuel y este le devolvió una mirada sin palabras. No hablaron en todo un minuto, hasta que Samuel acercó sus labios a los de Carlos y los besó.

Carlos respondió tímidamente al principio, pero a los pocos segundos abrazó el cuello de Samuel y se apretó más a él. Era su primer beso y sentía cómo se mareaba y perdía el control. Jamás había sentido algo tan maravilloso.

Samuel lo tomó dulcemente y lo reclinó contra el respaldo del asiento mientras comenzaba a acariciar su cuerpo. De repente Carlos se zafó de su propia atadura y se incorporó en el asiento jadeando. Samuel lo miraba atónito.

-¡Esto no está bien! ¿No te das cuenta de lo que estamos haciendo? –Gritó desesperadamente. -¡Oh, Dios mío! ¿Qué he hecho?

-¿Qué te pasa, Carlos? –Samuel no salía de su asombro. Temía haberle hecho daño.

-¿Que qué me pasa? Pues está claro, ¿no?

-No, no está claro. –Se atrevió a contestar Samuel. –No entiendo nada, pero si tanto te molesta podemos irnos.

-Por supuesto. Llévame a mi casa, por favor. –Carlos lloraba. –Siempre me he comportado como debía y hoy he hecho algo horrendo. ¿Cómo he podido caer en esto? Al final termino siendo como los demás. ¿De qué me sirve todo en lo que he creído?

-No lo sé, Carlos. –Samuel estaba apesadumbrado y roto. Aquel chico le gustaba demasiado como para que saliera con esas en aquel momento. –No tengo mucha idea de en qué ni en quién crees. Sé que yo creía que contigo podrían ser las cosas muy diferentes y sabía que eras distinto, pero no pensé que me hicieras sentir culpable de esto. Vámonos. –Arrancó el motor y volvió a tomar la carretera.

-Tú no lo entiendes, Samuel. –Dijo Carlos entre sollozos. –No te quise criticar porque me gustabas como persona o no sé cómo. Ayer habría dicho que ibas por el camino erróneo. Hoy sólo puedo decir que me he equivocado yo. No te juzgo…

-¡Faltaría más! –Lo cortó irritado Samuel.

-Quiero decir que sé que tú no tienes consciencia de lo que haces, pero yo sí, y la he perdido. Perdí la consciencia y me despertó la conciencia.

-Estás muy equivocado, Carlos. –La irritación de Samuel iba en aumento. Cualquiera que lo conociera un poco sabría que cuando hablaba con tanta suavidad podía llegar a ser muy duro. –Si crees que no tengo consciencia ni conciencia es tu parecer. En ningún momento me han parecido mal tus creencias y las habría aceptado con todas sus consecuencias, incluso renunciando a ti, pero no trates de ponerme en la picota. Cree en lo que quieras. Haz lo que te dé la gana, pero ni se te ocurra ponerme en tela de juicio. ¡Por favor! Pero si hasta fuiste tú el que te acercaste y yo he sido honesto y respetuoso contigo todo el tiempo. ¿De qué vas? ¿Qué buscas? Si quieres vivir atormentado entre lo que crees y lo que quieres eres muy libre, pero de verdad, Carlos, no vayas jodiendo a los demás. Ya tenemos bastante.

El coche paró en la calle contigua a la plaza. Carlos se apresuró a quitarse el cinturón y se dirigió de nuevo a Samuel.

-Siempre me han avisado que había que tener cuidado con los lobos con piel de cordero. Al final siempre termina uno engañado.

-¿Qué? –Samuel gritó. –Lárgate de aquí, hipócrita de cerebro lavado. Haz memoria y piensa cuántas cosas te he pedido y en cuántas te he engañado y te darás cuenta de que el único que ha mentido, incluyéndose a sí mismo, has sido tú. Ahora si no te importa, bájate de mi coche. –La última frase fue pronunciada con suavidad y cierto toque de cinismo.

-Yo de verdad que lo siento. No quería decir eso. Es culpa mía por ceder a los instintos. –Se disculpó Carlos.

-Vale perfecto. –Samuel se había convertido en un témpano de hielo. –Y ahora ¿te importa mucho apearte del vehículo? –Pronunció lenta y perfectamente, marcando cada palabra como si el oyente no entendiera bien su idioma.

Carlos se bajó del coche y antes de cerrar la puerta volvió a dirigirse a Samuel.

-¿Nos volveremos a ver? Podemos ser muy buenos amigos…

Samuel lo miró fijamente.

-Ni loco, chico. Adiós.

La puerta se cerró y Carlos se marchó lentamente. Una vez fuera de la vista, Samuel apoyó la cabeza sobre el volante y comenzó a sollozar. Al otro lado de la esquina, el otro chico lo miraba con los ojos también bañados en lágrimas.

15 Cuéntalo tú:

ohhhhhhhh esto no termina asi no ? o si bueno ya se que si,pero asi es la vida, me encanto el relato aunque el final no pero me lo esperaba besotes y saluditos tk

EEEEEEEEEEEEEEEEEEEDDDDDDDDDDDDDDDDDD



no te voy a perdeonar este final tan..... tannnnnnnnnnnnnnnnnnn inesperado. Ahghgghghghg estoy comentando justo desde una rabia visceral por el final, pero bueno... al fin y al cabo los buenos escritores nos sorpenden a cada tanto.
Te felicito un PEDAZO de escrito el que te has gastado, muy, pero muy bueno. Pero el pobre Carlos y el pobre Samuel, son el com{un denominador de muchas historias de hombres y mujeres.

un abrazo

hay no me entere Felicidades por el premio que te dio beto y besitos tu te mereces eso y mas guapo

........ que te vi alli con un premio mas muchas felicidades y genial la historia aunque no me gusto el final ohhh besos Mandato25

Muy buenas cuentos me fascinaron seguire entrando

Un deleite leerte, como siempre. Relaciones peligrosas, si las hay. Un relato maravillosamente construído, dos personajes, dos mundos, y algo en común. Tan simple como eso y tan complejo a la vez.
Escribís muy poco, pero cuando lo hacés, temblemos, improvisados escritores como yo!!!!
Chapeau maestro, un lujo.

Felicitaciones por el premio, querido amigo.

BESOTES HERMOSO!

En este mundo tiene que haber de todo, incluido gente que no quiere ser feliz por miedo al que diran

Una lástima

YoNoLoDiGo

Coñe, qué bien escribes...Perdón por la intromisión.........

Bueno, sigo aquí... es que empecé este relato y ya no pude dejarlo, la verdad, jajaja.

Qué decir? qué está genial, Quizás era todo demasiado perfecto. Y cuando dices que Carlos pertenecía a una "comunidad" o algo así, ya me olía el percal. Parece mentira que todavía las creencias equivocadas, los prejuicios, los miedos, puedan dar lugar a estas situaciones. Entiendo, la desesperación de Samuel, pero sería demasiado fácil que el chico de tus sueños, se quedera colgado mientras cantas el Agnus Dei, jajaja. Y al tonto de Carlos lo que le hace falta... bueno, no lo voy a poner, para no machar este blog tuyo que -ahora lo veo- es una pequeña joya, ¡jodido!, jajaja

Bueno, nadie perfecto, incluso yo, jajaj Y ahora aunque soy un guapo chico, leyendo y caliente.... me tengo que ir a la cama, jajaja

Bezos, cari.

Preséntate, preséntate, preséntate, preséntate :oD ¿He sido lo bastante convincente? Gracias por ese pedazo comentario que me has dejado en el relato, me ha recordado cuando campaba por la comunidad de ciao.es y la gente dejaba comentarios como el tuyo, dejando parte de sí mismos. Y, oyes, eso de que eres malo no te lo crees. Después de leer relatos como éste, jomío, quien te diga que no eres un artista que venga a verme, que me lo como.

Preséntate, preséntate, preséntate... :oP

Es verdaderamente fascinante lo que somos capaces de negar (y de sufrir) en esta vida con tal de guardar las apariencias.

Te lo habrán dicho mil veces pero escribes muy bien *___* me voy a pasear por aqui de vez en cuando porque me ha encantado tu blog :P

Besous!

Joder, la verdad es que no pensaba leerme la historia porque me parecia muy larga... pero es empezar y un no parar xD. Tio, escribes superbien.

Bueno, hay otro motivo por el cual borre el comentario del blog de thiago, y es que yo mismo parecia superflipado, pero bueno... espero que no me juzges mal...

El caso es que yo en esta vida tengo grandiiiisimas metas xD, no me importa en absoluto el tiempo que tenga que invertir, pero quiero cambiar algo de todo lo que me parece mal en este mundo... y soy consciente de que es casi imposible hacer un cambio realmente grande, pero no por eso me voy a rendir... El verdadero problema es que soy bastante "sensible" ante las injusticias, mucha gente dice que soy de hielo por ciertas opiniones que tengo... pero nada más lejos de la realidad. De hecho, soy vegetariano porque no puedo soportar que un ser vivo viva toda su vida en 1 metro cuadrado para que yo me de el gusto con un filete... Lo que a mi no me gustaria que hiciesen, no lo hago.

El caso es que en tu comentario, cuando dijiste que tu compañero te dijo que si era estúpido y que no valia para nada escribir en el blog y que estabas tirando el tiempo a la basura, y tu respondiste que lo que tu hacias influenciaba en los demas y que ademas, eligias y no sencillamente dejabas que te entrase información por los ojos como en la televisión... no sé, como que me abrio un poco los ojos. Yo nunca vi el blog como algo más que un pasatiempo la verdad, aparte de como otra manera de conocer a gente y ahora me has hecho plantearme que sea mucho más que eso, el simple hecho de contar lo que se te pasa por la cabeza...

Y con esto no quiero decir que haya cambiado mis metas, para nada, sigo siendo el mismo iluso de siempre que tiene la esperanza de cambiar algo, con esto te quiero decir, que realmente me has hecho aprender algo...

No sé si me he explicado, si he quedado como un niñato flipado o que, pero bueno, realmente he puesto lo que pienso.

un saludo, y cuidat!

Me ha encantado el relato, y en muchos momentos es muy cierto. Pero yo no juzgaría tan rápido a Carlos, y espero que me entendais. Cuando alguien ha crecido bajo una enseñanza religiosa muy férrea y para más problemas, todo eso en lo que creé, su fe, su forma de ver la vida, esta completamente en contraposición con lo que su naturaleza le pide, es un problema muy, muy difícil de aceptar para uno mismo.

Carlos es como muchas otras personas que luchan contra todo lo que han aprendido, contra lo que creen en su más sincera fe. Se que es muy difícil de comprender, pero quizás Samuel debería intentar ayudarle a salir de ese atolladero en el que está metido su nuevo amigo. No es fácil, os lo puedo asegurar, y hay que ir despacio.

¿Os habéis parado a pensar en lo que el pobre Carlos sufre cuando quiere besar a ese chico, pero algo en su interior le dice que es malo? Pues no es fácil, no es una cuestión de no querer ser feliz, no es que uno se quiera encerrar, no, es que tiene un conflicto personal en su cabeza que le paraliza.

A lo mejor, Samuel debería, despues del primer encontronazo, intentan comprenderle y ayudarle, porque si no, Carlos jamás podrá ser feliz, y solo no podrá hacerlo...

Bueno, me voy a leer la segunda parte a ver que pasó entre los dos.

Besos

Oh dios, cada vez que leo tus historias se me empapan los ojos, esto no puede ser!! jajaja

besos, y ahora voy a por la segunda parte! :P

WOW......!!!! simplemente..... W O W . . . ! ! ! osea.... eres sorprendente ps...... digo.... me encuentro realmente anonadado....... osea... me dejaste sin aliento..... y.... creo que me identifico plenamente con Carlos, por el tipo de educaciòn en la cual he crecido..... por eso escribo.... de lo contrario, me aguantaria las ganas..... eres un MAESTRO.... no...... eres......... GURÙ..... si, eso seria digno para ti.... sigue sacando too lo q tienes... habemos muchisimos que de esa manera podemos salir un poquito de la burbujita en la cual vivimos........ thx.......!!!!!

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