Capítulo V


Agnus luctus


Con una mezcla de confusión, dolor y preocupación, David trató de reponerse. No tenía fuerzas para enfrentarse a más malas noticias, pero tenía un presentimiento horrible sobre el estado de su propia madre, de modo que volvió a descolgar el teléfono y con un gesto de desprecio apartó el papel que había encontrado bajo el auricular. Marcó el número de su hermana. Comunicaba. Era el colmo de la desesperación. ¿Qué podía hacer?

Se tumbó en el sofá y los ojos se le comenzaron a cerrar. No podía estar cansado. Esa somnolencia era fruto del golpe recibido. Pensó que quizás fuera más grave de lo que podía imaginar, así que decidió ir a verse en el espejo y de paso lavarse la herida que seguro tendría por la sangre que había en sus manos.

Se levantó y se dirigió al cuarto de baño. No se apreciaba una herida considerable, pero el lado izquierdo de la cara estaba totalmente cubierto de una sangre oscura y seca que le había corrido hasta más abajo del cuello. Abrió el grifo para lavarse un poco y luego curarse la herida. En ese preciso momento volvió a sonar el teléfono. Por un momento quiso dejarlo sonar hasta que saltara el contestador, pero recordó que ya no lo tenía. Cortó el agua y fue hasta el teléfono preguntándose qué sería ahora. Su vida, de costumbre tediosa y aburrida se había convertido en un torbellino que ni controlaba ni entendía.

Levantó el auricular. Era María, su hermana. Lloraba.

-Te he intentado llamar y comunicabas. –Le dijo con la voz entrecortada David.

-Estaba hablando con doña Asunción, chico. Acabo de llegar a casa y... –María comenzó a sollozar.

-¿Qué ha pasado? –Preguntó inquieto David. Se temía lo peor.

-Mamá... está en el hospital... –la voz de María se mezclaba con las lágrimas. –Está muy grave, David. No sé más. La encontraron inconsciente en casa. Voy para el hospital provincial ahora. ¿Vas a venir tú?

-Sí, claro. –Musitó David. –Tardaré una hora más o menos. ¿Sabes el número de habitación?

María rompió a llorar.

-Está en la UCI.

-¡Dios! –Bramó David. –Voy para allá. Chica, ten cuidado por la carretera. Te veo allí.

-Sí, David, no faltes por favor. –La frase era una súplica hecha gemido.

-¿Cómo voy a faltar? –David sabía de sobra que era el mayor apoyo para su hermana divorciada hacía sólo dos meses. Siempre lo había sido. –Cuelgo y voy para allá inmediatamente. Espérame, María, seguramente tarde algo más que tú.

-Claro que sí... hasta ahora cariño. Te quiero mucho. –Se despidió entre lágrimas María.

-Y yo a ti. –Susurró David. Y colgó.

Durante unos instantes, David se quedó de pie delante del teléfono sin saber qué hacer. Para él era inimaginable que su fuerte madre estuviera enferma en el hospital. Se dirigió a la puerta para salir de inmediato, pero se dio cuenta de que su aspecto no era el más indicado para ir a un hospital. No al menos para ver a un enfermo.

Se duchó rápidamente e hizo desaparecer la sangre de su cara, cuello y manos. El agua corría oscura por el suelo de la bañera. Rápidamente se vistió, cogió la cartera y las llaves del coche y salió de nuevo a la calle. Ya no llovía.

En el camino al hospital tuvo tiempo de pensar en todo lo ocurrido, aunque la idea de su madre quizás muy grave en la unidad de cuidados intensivos volvía a su mente a cada momento. Tenía que atravesar una provincia entera para llegar a la capital, donde se encontraba el hospital. Ya hacía más de hora y media que había hablado con su hermana y aún no había llegado. Pisó un poco más el acelerador. Era noche cerrada.

Decidió que cuando volviera se compraría por fin un móvil. Se dio cuenta de que, aunque siempre había podido vivir sin él, el simple hecho de tenerlo en aquel momento le habría reconfortado. Se dio cuenta de que Martín y Andrés podrían estar preocupados porque él no los había llamado y si ellos lo hacían, no iba a contestar. También pensó en lo reconfortante que sería poder hablar con Martín, pero en ese momento ya no tenía sentido. Las luces de la avenida lo despertaron de su ensueño.

Aparcó muy cerca de la entrada del hospital y subió a la tercera planta tras buscar en el directorio del hospital dónde se encontraba la UCI. Allí buscó la sala de espera y entre gente con rostros de angustia y preocupados encontró a su hermana, que corrió llorando hacia él para abrazarlo.

-Está muy mal, chico. Ha sufrido un infarto. –Logró decir entre lágrimas María.

-¿Has hablado con los médicos?

-No. Te estaba esperando a ti. Sólo me han informado de eso al llegar, pero quería que estuvieras delante. –Respondió María.

Él la tomó del brazo y se dirigió a las puertas de la unidad de críticos.

-¿Es aquí? –Preguntó.

-Sí. Entra. Ahora nos dirán algo. –La compañía de David le había dado fuerzas a María.

A los pocos minutos salió a recibirlos uno de los intensivistas. Era una mujer de unos cuarenta y largos años, de pelo teñido rubio corto y poco agraciado. Su rostro, sin ser una belleza, emanaba una especie de paz interior. Se le notaba el cansancio.

Los sentó en una sala y con mucha delicadeza y amabilidad les contó que su madre había sufrido un infarto. Se ahorró los tecnicismos y fue al grano. Le habían administrado el tratamiento adecuado y de momento parecía que respondía bien, pero, como siempre, había que tomarse las cosas con cautela. Tendrían que esperar 24 horas al menos para saber un poco más acerca de la evolución de la paciente y la efectividad de la fibrinolisis. Les aconsejó no visitarla de momento hasta la mañana siguiente y los acompañó para que la vieran tras un cristal. Su madre dormía entre cables, sueros y monitores.

-Ha sido grave, -dijo la doctora –pero con este tratamiento suelen salir adelante muchos de los pacientes. Ha tenido suerte de desarrollar el infarto cuando estaba cerca del hospital.

Los dos hermanos se quedaron mirando a la mujer que yacía en la cama y le dieron las gracias a la médica, que se despidió con un gesto amable. Ellos se marcharon a la sala de espera. Si había novedades los avisarían y si no, podrían ver a la madre en la visita de la mañana.

María le confesó a David su esperanza de que todo saldría bien y él estuvo de acuerdo. No sabía muy bien cómo se salía de un infarto, pero por el tono de la doctora, no parecía que fuera tan difícil como se imaginaba.

En la sala de espera había algunos sillones libres. Buscaron dos juntos y se reclinaron el uno sobre el otro. María comenzó a hablar, pero para cuando lo hizo, David ya dormía sobre su hombro. La hermana le tomó la cabeza y le acarició el pelo, como cuando eran niños. No se percató de la pequeña herida en su frente ni del incipiente hematoma.

A la mañana siguiente se enteraron de que la hora de visita era a las once de la mañana, así que fueron juntos a desayunar. Frente al humeante café, el joven vio la portada del periódico, en la que se destacaba en primera plana el ingreso en prisión preventiva del obispo acusado de la muerte del sacerdote de su pueblo.

-Está en la cárcel. –Pensó. –Si me cuenta a mí que no lo hizo, ¿por qué lo envía el juez a prisión?

Recordó la nota en el teléfono y todo lo acontecido el día anterior y decidió que él no tenía nada que ver con aquello. La justicia era la que se tenía que encargar del tema.

Terminaron de desayunar y subieron arriba a esperar la hora de la visita. María le estuvo todo el tiempo contando los últimos detalles de su vida. David, un tanto absorto, la escuchaba sin prestarle toda la atención que debiera.

A las once y cinco minutos avisaron para que los familiares pudieran visitar a los pacientes de UCI; dos por paciente a través de cristales, excepto los del área de coronarias, que lo harían por dentro de la unidad.

María tomó del brazo de nuevo a David y ansiosos atravesaron la puerta del servicio de cuidados intensivos. En aquel momento todo lo demás pasaba a segundo plano. David tomó la determinación de no volver a saber más del tema del asesinato ni del obispo.

Se equivocaba.



Con este capítulo finaliza la primera entrega de Agnus Dei. Muy pronto la segunda temporada. Mientras tanto, seguiremos con los cuentos del otro lado.

12 Cuéntalo tú:

Bueno pues aqui seguiremos esperando impacientes la proxima entrega.
Gracias!

Arghhh, malvado, nos vas a dejar intrigados perdidos esperando la segunda temporada... Además, lo dejas en un punto "de transición", a pesar del infarto de la madre no ha sido tan agitado como los capítulos anteriores, pero ha servido para ir conociendo más al personaje y sus circunstancias. Y ahora que ya sabemos más...parón.

Grrrrrrr :-)

Pero bueno, vamos a tener cuentos del otro lado mientras tanto para calmar el hambre. Que rulen!!

Un besote.

jaja, pero cari, qué es esto de la Primera temporada? Es para matarte, jajaja Y cuando crees que va a llegar la segunda temporada, eh..? A mi no me hagas como Antena 3 jaja

Cari, eso no se hace, ahora nos dejas a David metido en un lio de asesinatos, a obispos sospechosos, madres infartadas y esperando que te de por seguir, jajaja Eres asesinable, que lo sepas.

bueno, este capitulo se ve que lo controlas eh, jajaja dios nos libre de una desgracia, pero se nota que contralos lo que es una UVI o una UCI, que nunca sé, jajaa.

en fi, todo lo bueno del capitulo queda oscurecido por la impotencia de pasar la página y seguir leyendo.. Si lo llego a saber en vez de leer tu blog, me compro un libro, que la menos allí nadie me marca los "tempos" jajajaa

Bezos.

EHHHH, como que se acaba la primera temporada, pero esto que es???? mira que eres mucho más cruel que yo con Gabriel, que al menos la serie sigue saliendo todos los lunes puntualmente.. aaahhh

Bueno, nos dejas con la Madre en la UVI, y sin saber porque le dió el infarto... joooooo..

Besos cielo.... aagggg

bueno seguiremos esperando a ver que pasa espero sea pronto besitos cari tk

ADOLFO: No tardará mucho, pero espero que continúes por aquí. Te agradezco mucho el comentario. Gracias, pues.

THEODORE: En realidad hago este parón en el punto de transición, tú lo has dicho, para poder dar paso a otras cosas, que quizás ni gusten ni nada, pero en el fondo no quiero hacer esto interminable y tan dedicado a la misma historia o terminaría cambiándole el título al blog. Ahora ya vas conociendo a los personajes y a uno, sin tú quererlo, le has dado una nueva vida precisamente tú. Pronto entenderás por qué. No te vayas muy lejos, ¿eh? que por aquí seguimos. Un besote y gracias.

THIAGO: Pero si fuiste tú el que me diste la idea, pero es lo que le digo a Theodore; más vale hacer un breve parón, que será breve, y dejar que surjan otras cosas, que ya llegará el resto. En realidad lo suyo sería hacer como hace Alex y no ser tan pesadito con el cuento este. No sé cómo me las arreglo que siempre me quieres asesinar, jajaja. Te voy a meter en el cuento y voy a sacar al obispo de la cárcel para meterte a ti, jajaja. Y sí, antes se solían llamar UVI y ahora es más bien UCI (unidad de vigilancia/cuidados intensivos). No controlo tanto las UCIs, no creas... Y bueno, no me dirás que no te compras libros para marcarte tu propio tempo que no me lo creo, jajaja. Un beso, cari.

ALEX: Parece que me repito como una cotorra, jajaja. Ya no sé qué decir porque siempre doy la misma explicación. Yo leo tus relatos de Gabriel cada lunes, pero mira, dejas una semana de intriga (sobre todo esta) y yo he estado publicando cada dos días estos cuentos. Ahora toca una o dos semanas con otras cosas y pronto seguimos con otros capítulos de este mismo cuento, ¿no? Hombre, a la madre le pudo dar el infarto porque ya era viejecita, no sé. Ya nos enteraremos. Muchos besos, guapetón.

GULEM: Gracias por esperar y por estar siempre atento. No tardará mucho, ¿vale? Hasta entonces no te vayas muy lejos ;) Muchos besos, cariño y gracias.

Gracias a todos, claro. Os quiero.
Ed.

Pues si la 2ª temporada es como esta, ya me encargo yo de publicitarte. Perdona no haber comentado, pero el blogroll me va fatal.

En Agnus Imbris Cap. II, esperaba con ansias la solución al conflicto del asombrado niño, y me encuentro con un salto del temporal inclemente, que hace mucho más tentadora la historia por la dilatación de la solución de los problemas, dudas y misterios al rededor dela muerte del Padre Damian. Te felicito por esa maravilla de recursos empleados!
En Agnus dubitationis Cap. III, te empecé a odiar, es que no me gusta sentirme entusiasmado y tener que esperar, por tanto esa es la razón por la cual casí no comentos estas historias partidas, soy muy impaciente, y con semejante intriga, el numero de celular, los mensajes de voz, la noticia en el bar…. Me estoy enloqueciendo, y vos… dándotelas de vivo dejándolo a uno iniciado! No es justo!.

En Agnus umbrae… caí derrumbado como el pobre David, es que el Obispo, el golpe y los mensajes son un componente adicional para que uno quiera enloquecer del desespero por leer todo de una. NO te puedo negar que estoy maravilladlo con tu estilo Ed. De verdad sos un gran escritor, porque me tenes pegado a tus letras … Diosssss!

Y Desafortunadamente en Agnus luctus es comprobado mi odio eterno, VOSSSSSSSSSS NO PODES HACER ESTO, UNO NO DEJA A LAS PERSONAS ASI!!!!!!!!! VOY A CONTRATAR AL BRUJO QUE LE HACE MALEFICIOS A CRISTIANO RONALDO PARA PRESIONARTE Y QUE TERMINES ESTA MARAVILLOSA HISTORIA!

Un abrazo

Como nos haces esto... dejarnos tan tan tan... eso no se hace

YoNoLoDiGo

Me ha encantado...
Soberbio!!!

Saludos conversos.

Bien, llego aquí por Thiago. De momento sólo saludo, ahora me quedan 5 capítulos por leer.

MENDA: Espero sacar la segunda temporada a partir de la semana que viene, después de cambiar un poco de aires para no marear tanto. Pero antes de que la publiques tendrías que publicar lo tuyo porque, aunque no tuve ocasión de comentártelo (bueno, es que estoy de cambio vital completo y apenas tengo tiempo de nada), el diálogo con el boquerón lo leí anoche y me encantó todo todo. Eso sí, el final de bonito... digo boquerón, ya fue la guinda. Genial, vamos. Ya sabes que siempre eres bienvenida. Un beso.

POTTER: Has hecho un resumen de todos los capítulos en un sólo comentario. Estupendo, tío! Me has dejado con la boca abierta porque sólo de acordarse de todo ya tiene su mérito, pero es que además te paras en detalles que hay que ser observador. Muchas gracias por eso. No contrates a ningún brujo, eso no, que ya la semana que viene seguimos (o antes si puede ser). El misterio se va a resolver, no te preocupes, jejeje. Te doy una pista... es un... no bueno, mejor me callo. Un beso ;)

YONOLODIGO: No os he dejado tan tan tan. En realidad no suelo dejar tan tan tan a nadie en ninguna ocasión (o al menos eso trato, jajaja). Ya pronto van los siguientes. Gracias, tío. Un beso.

CEMANACA: Me encanta que te encante y la palabra soberbio también me encanta, aunque creo que me queda grande. De todas maneras te doy las gracias de corazón. Un gran beso.

NADIA: Ya veo que has llegado por Thiago. Es que el tío es un sol. A ver si puedes leer los cinco capítulos (no son tan largos, no creas) y me dices algo. Espero que te gusten. Un beso y me alegro de tenerte por aquí.

Besos para todos y muchas gracias por vuestros comentarios.

Ed.

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